Su larguísimo reinado (quizá del 630 al 550 a. C.) marca el apogeo de la cultura tartésica, que llegó a dominar todo el sur y sureste de la península Ibérica, entre Huelva y Alicante, con capital en la propia ciudad de Tartessos, cerca de la desembocadura del Guadalquivir. El nombre de Argantonio, que revela un origen indoeuropeo, aparece en las fuentes griegas ligado a la riqueza minera de su reino (bronce y plata), con la cual prestó ayuda a los focenses para financiar la fortificación de Focea (ciudad griega de Asia Menor) contra la amenaza persa. Sin embargo, no logró con ello que se establecieran en su reino colonias focenses, con las que aspiraba quizá a sacudirse la tutela comercial establecida
Poco se sabe de los antecesores de Argantonio. Entre sus predecesores estaba Gerión, que se enfrentó con Hércules; Norax, su nieto, que colonizó Cerdeña o Gargoris, que fundó una nueva dinastía. Las fuentes griegas nos hablan de un primer rey, llamado Gerión, ser fantástico de tres cabezas y tres cuerpos que, como ya hemos dicho, tuvo que luchar contra Hércules cuando a éste se le encargó robar sus rebaños. Este primer rey mítico, tuvo una hija que dio a luz a un varón, de nombre Norax, y que fue el siguiente rey de Tartessos. Rey inquieto y curioso que le llevó a colonizar la isla de Cerdeña y fundar una ciudad que lleva su nombre: Nora.
La sociedad de la que Argantonio formaba parte era según las fuentes una sociedad estratificada, una comunidad urbana con clases sociales y especialización del trabajo, es decir, una sociedad civilizada. Con una clase dominante que utiliza signos externos que la diferencian del resto, utilizando objetos que vendrán de las continuas relaciones comerciales y de intercambio, con centroeuropeos, cananeos, fenicios y griegos.
Lo más probable es que Argantonio falleciera de muerte natural, pues no existen documentos históricos sobre su fallecimiento.
Tras la batalla naval de Alalia (535 a. C.), en la que etruscos y cartagineses se aliaron contra los griegos, Cartago se convierte en dueña indiscutible del Mediterráneo Occidental. Cortada la ruta hacia Iberia, los focenses cesan el comercio con Tartessos, que queda lentamente relegada al olvido.
jueves, 28 de octubre de 2010
miércoles, 27 de octubre de 2010
Personajes Históricos: ¿Quién fue Viriato?
Dado el revuelo y el éxito que ha tenido el estreno de la serie Hispania, que cuenta la leyenda del caudillo lusitano Viriato, le dedico este artículo para todos los lectores que no conocen de su vida y hazañas.
Viriato (180 a. C. a 139 a. C.) fue el principal caudillo de la tribu lusitana que hizo frente a la expansión de Roma en el territorio comprendido entre el Duero y el Guadiana, incluyendo aproximadamente lo que hoy es parte de la provincia de Zamora, casi toda la provincia de Salamanca, el territorio occidental de la provincia de Ávila (incluyendo su capital), Extremadura, el occidente de la provincia de Toledo (hasta la zona de Talavera de la Reina, las llamadas Antiguas Tierras de Talavera) y, por último, Portugal (salvo la región entre el Miño y el Duero).
La mayor parte de su vida y de sus campañas guerreras forma parte de la leyenda tejida en torno a su persona. Se le considera el primer héroe portugués, aunque también lo es en España, dado que lideró una confederación, proclamada, de tribus ibéricas. La única referencia de su tribu nativa está en Diodoro Sículo, que la sitúa en la costa lusitana. Los romanos lo acabaron reconociendo como dux lusitanorum (líder de los lusitanos).
En el 150 a. C. se convirtió en un líder de la lucha contra la dominación romana. Cercado por el pretor Cayo Vetilio en el 147 a.C., consiguió romper las líneas romanas y, con un millar de incondicionales, escapar hacia Tríbola y atraer a sus perseguidores a una emboscada en la cual sucumbió Vetilio.
Con esta victoria, Viriato decidió llevar la guerra hasta la meseta, donde derrotó a los cuestores Cayo Plaucio y Claudio Unimano, y ocupó Segóbriga. La reacción de Roma consistió en enviar un ejército consular mucho más poderoso que los que antes operaban en la península Ibérica, al mando del cónsul Fabio Máximo Emiliano, quien derrotó a Viriato en una batalla en campo abierto en el año 145 a.C., y le obligó a replegarse a Lusitania.
Consiguió concluir un tratado de paz con Roma, que ésta, decidida a sofocar la resistencia de celtíberos y lusitanos, no tardó en romper. Se envió un nuevo ejército, al mando del cónsul Cepión, quien aprovechó unas negociaciones con los lusitanos para sobornar a varios lugartenientes de Viriato con el fin de que lo asesinasen, como así hicieron. Muerto el líder, la rebelión lusitana perdió fuerza, y en pocos años Roma consolidó su posición en la península Ibérica.
Luego fueron al campamento romano a cobrar la recompensa, pero el cónsul Servilio Cepión, sucesor y hermano de Serviliano, ordenó su ejecución con las siguientes palabras: "Roma traditoribus non premia", esto es, "Roma no paga a traidores". Dice la tradición que los restos de Viriato fueron trasladados a Cuenca donde fue incinerado sobre el Tormo Alto de la "ciudad encantada". Tras esto sus cenizas fueron mezcladas con las de su mujer y esparcidas en la montaña por Marcial.
Táutalo, el sucesor de Viriato fue obligado a firmar la paz. Finalmente el cónsul Marco Popilio Laenas entregó a los lusitanos las tierras que habían sido la causa de la larga guerra. Sin embargo, la pacificación total sólo se logró en tiempos de Augusto.
Viriato (180 a. C. a 139 a. C.) fue el principal caudillo de la tribu lusitana que hizo frente a la expansión de Roma en el territorio comprendido entre el Duero y el Guadiana, incluyendo aproximadamente lo que hoy es parte de la provincia de Zamora, casi toda la provincia de Salamanca, el territorio occidental de la provincia de Ávila (incluyendo su capital), Extremadura, el occidente de la provincia de Toledo (hasta la zona de Talavera de la Reina, las llamadas Antiguas Tierras de Talavera) y, por último, Portugal (salvo la región entre el Miño y el Duero).
La mayor parte de su vida y de sus campañas guerreras forma parte de la leyenda tejida en torno a su persona. Se le considera el primer héroe portugués, aunque también lo es en España, dado que lideró una confederación, proclamada, de tribus ibéricas. La única referencia de su tribu nativa está en Diodoro Sículo, que la sitúa en la costa lusitana. Los romanos lo acabaron reconociendo como dux lusitanorum (líder de los lusitanos).
En el 150 a. C. se convirtió en un líder de la lucha contra la dominación romana. Cercado por el pretor Cayo Vetilio en el 147 a.C., consiguió romper las líneas romanas y, con un millar de incondicionales, escapar hacia Tríbola y atraer a sus perseguidores a una emboscada en la cual sucumbió Vetilio.
Con esta victoria, Viriato decidió llevar la guerra hasta la meseta, donde derrotó a los cuestores Cayo Plaucio y Claudio Unimano, y ocupó Segóbriga. La reacción de Roma consistió en enviar un ejército consular mucho más poderoso que los que antes operaban en la península Ibérica, al mando del cónsul Fabio Máximo Emiliano, quien derrotó a Viriato en una batalla en campo abierto en el año 145 a.C., y le obligó a replegarse a Lusitania.
Consiguió concluir un tratado de paz con Roma, que ésta, decidida a sofocar la resistencia de celtíberos y lusitanos, no tardó en romper. Se envió un nuevo ejército, al mando del cónsul Cepión, quien aprovechó unas negociaciones con los lusitanos para sobornar a varios lugartenientes de Viriato con el fin de que lo asesinasen, como así hicieron. Muerto el líder, la rebelión lusitana perdió fuerza, y en pocos años Roma consolidó su posición en la península Ibérica.
Luego fueron al campamento romano a cobrar la recompensa, pero el cónsul Servilio Cepión, sucesor y hermano de Serviliano, ordenó su ejecución con las siguientes palabras: "Roma traditoribus non premia", esto es, "Roma no paga a traidores". Dice la tradición que los restos de Viriato fueron trasladados a Cuenca donde fue incinerado sobre el Tormo Alto de la "ciudad encantada". Tras esto sus cenizas fueron mezcladas con las de su mujer y esparcidas en la montaña por Marcial.
Táutalo, el sucesor de Viriato fue obligado a firmar la paz. Finalmente el cónsul Marco Popilio Laenas entregó a los lusitanos las tierras que habían sido la causa de la larga guerra. Sin embargo, la pacificación total sólo se logró en tiempos de Augusto.
martes, 26 de octubre de 2010
Hispania en el cine épico e histórico, Gladiator.
Ayer, después de la larga espera desde que se conoció la noticia de su creación, fue gratamente estrenada en Antena 3 la nueva serie de la cadena, Hispania: La leyenda, la serie histórica que recrea la época del guerrero Lusitano Viriato. Del estreno puedo decir, que aun no siguiéndo un rigor histórico perfecto, en líneas generales la serie con su primer capítulo (emitirá el segundo mañana miércoles día 27) de momento merece la pena, ya que se sale de las habituales series de televisión, contándonos unos hechos acaecidos en nuestra tierra hace ya casi 2000 años.
No obstante, las tierras de Hispania, han sido nombradas en más películas o series televisivas. En especial hoy me quiero centrar exáctamente en una, la cinco veces oscarizada Gladiator, dirigida por Ridley Scott y protagonizada por un soberbio Russel Crowe en el papel del General Máximo.
Máximo Decimo Meridio, es un general de los ejércitos del norte del Imperio y comandante de las Legiones de Germania. Además, es el ojo derecho del emperador Marco Aurelio, que lo designa su sucesor una vez el muera en el trono imperial para devolverle Roma al pueblo. Pero todo cambia cuando el Emperador es asesinado en manos de su hijo Cómodo, que le pide lealtad a un Máximo que la rechaza, sabiéndo que lo del emperador no ha sido por causas naturales.
Comodo ordena que le quiten la vida, pero Maximo logra huir y cabalga herido hasta sus tierras añoradas en Hispania, su hogar en la ciudad de Emerita Augusta (Mérida) donde le esperan su esposa y su pequeño hijo, a los que hecha tanto de menos que lleva la cuenta de los meses, días y minutos que hace que no los ve. Si embargo a su llegada estos han sido asesinados por los Pretorianos que envía Comodo y Máximo cae rendido al suelo, donde a punto de morir, lo rescatan para hacerlo esclavo.
En su esclavitud, es entrenado para ser gladiador y un empresario lo compra, pero éste se niega a satisfaccerle hasta que conoce la idea de llegar al Colisseo de Roma y poder enfrentarse a Comodo, para poder cumplir con su venganza y asesinarlo.
La película, puede que sea la mayor superproducción de cine Peplum, o cine épico que se ha realizado jamás, con un guión sobresaliente, unos actores espectaculares y una fotografía magnífica que como hemos dicho, le llevaron a ganar cinco estatuillas en los Oscar. La aparición de Hispania como tierra de la que procedía Maximo, demuestra la importancia que nuestro país tuvo en el Imperio Romano, al que le dimos varios grandes emperadores (como Adriano o Trajano) y grandes filósofos y pensadores (Séneca).
No obstante, las tierras de Hispania, han sido nombradas en más películas o series televisivas. En especial hoy me quiero centrar exáctamente en una, la cinco veces oscarizada Gladiator, dirigida por Ridley Scott y protagonizada por un soberbio Russel Crowe en el papel del General Máximo.
Máximo Decimo Meridio, es un general de los ejércitos del norte del Imperio y comandante de las Legiones de Germania. Además, es el ojo derecho del emperador Marco Aurelio, que lo designa su sucesor una vez el muera en el trono imperial para devolverle Roma al pueblo. Pero todo cambia cuando el Emperador es asesinado en manos de su hijo Cómodo, que le pide lealtad a un Máximo que la rechaza, sabiéndo que lo del emperador no ha sido por causas naturales.
Comodo ordena que le quiten la vida, pero Maximo logra huir y cabalga herido hasta sus tierras añoradas en Hispania, su hogar en la ciudad de Emerita Augusta (Mérida) donde le esperan su esposa y su pequeño hijo, a los que hecha tanto de menos que lleva la cuenta de los meses, días y minutos que hace que no los ve. Si embargo a su llegada estos han sido asesinados por los Pretorianos que envía Comodo y Máximo cae rendido al suelo, donde a punto de morir, lo rescatan para hacerlo esclavo.
En su esclavitud, es entrenado para ser gladiador y un empresario lo compra, pero éste se niega a satisfaccerle hasta que conoce la idea de llegar al Colisseo de Roma y poder enfrentarse a Comodo, para poder cumplir con su venganza y asesinarlo.
La película, puede que sea la mayor superproducción de cine Peplum, o cine épico que se ha realizado jamás, con un guión sobresaliente, unos actores espectaculares y una fotografía magnífica que como hemos dicho, le llevaron a ganar cinco estatuillas en los Oscar. La aparición de Hispania como tierra de la que procedía Maximo, demuestra la importancia que nuestro país tuvo en el Imperio Romano, al que le dimos varios grandes emperadores (como Adriano o Trajano) y grandes filósofos y pensadores (Séneca).
lunes, 25 de octubre de 2010
Hispania, la leyenda; una nueva serie histórica en la televisión.
Hispania, siglo II a.C. En un mundo en el que el poder de unos pocos rige la vida de muchos, un grupo de rebeldes hispanos liderados por Viriato, se forja su propio destino. Lucharán contra Roma para defender su territorio: Hispania.
Viriato es un humilde pastor hispano que disfruta de una vida tranquila y sencilla al lado de su hija Altea. Hasta que la llegada de las tropas romanas del pretor Galba cambia su destino.
Una historia de lucha, de venganza, de aventuras, pero también… una historia de amor. Su pueblo es atacado y lleno de odio, jura venganza: luchará contra los invasores hasta perecer. Luchará contra Roma.
Al abrigo de películas épicas como Braveheart y series históricas como Robin Hood, Roma o Los Tudor, HISPANIA, LA LEYENDA, pretende ser una historia sobre la naturaleza del hombre, sobre su espíritu de superación para alcanzar una meta, sobre cómo la voluntad del ser humano, sus sueños y las pasiones que los mueven, los hacen capaces de hacer frente a cualquier dificultad, cualquier obstáculo… sin importar si éste es la mismísima Roma.
Esperamos con ansia su estreno y a la vez deseamos que sea todo un éxito sin saltarse demasiado el rigor histórico que la caracteriza.
domingo, 24 de octubre de 2010
Personajes Históricos: Trajano, Emperador romano.
Nació en Vicus Italicensis, más tarde pasó a denominarse Colonia Aelia Augusta Italica, actualmente Santiponce, provincia de Sevilla. Originario de una de las ciudades más romanizadas de Hispania y con un grupo senatorial con gran influencia en Roma.
Desde joven fue adiestrado en las artes militares siendo ya Tribuno de Legión desde los 17 años hasta los 26, en los que estuvo a las órdenes directas de su padre, Legado, en territorios de Siria y el Rhin. Éste puesto le traería en un futuro admiraciones que le ayudarían a ser uno de los mejores emperadores que tuvo Roma, puesto que ser Tribuno obligaba a tener un contacto directo con los legionarios, lo que le granjeó una buena popularidad.
Poco más tarde, en el año 86, él mismo sería legado en la Legión VII Gemina, con acuartelamiento en Hispania en la época de su antecesor como emperador, Domiciano.
Luego ascendió a Cónsul en el año 91 y después Gobernador de la Germania Superior, en este último puesto recomendado por su protector Nerva, uno de los últimos senadores de la vieja época romana.
Fue en la Germanía donde Nerva fue a buscar a Trajano para adoptarlo y así tener un futuro Emperador que gozase de las simpatías de los senadores y militares romanos y, en este caso, del pueblo.
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Personajes Históricos
Armamento Íbero: La Falcata
Los autores antiguos describen a los guerreros iberos vestidos con túnicas cortas blancas con ribetes de púrpura. Probablemente las túnicas no fueran "blancas", sino del color natural de la lana, al igual que ocurre con las togas romanas, y probablemente la púrpura de los ribetes no fuera tal, sino una franja de color escarlata.
En realidad, es evidente que todos los guerreros españoles no vestían de igual manera, ni mucho menos, pero esta indumentaria sí que era la más corriente y por la que los romanos identificaron a los españoles del ejército de Aníbal. Una estética que es la más repetida en el arte ibero.
Los guerreros españoles usaben una gran variedad de corazas para protegerse en combate. La más sencilla era el pectoral que en aquella época también utilizaban los legionarios romanos y que constaba de una placa de metal que protegía el pecho.
La falcata es un arma de origen español, en realidad es un tipo estilizado del gladius hispaniensis que tras la llegada de Roma a España pasó a formar parte del equipo militar romano. La hoja de la falcata mide aproximadamente unos 45 cm. de longitud, es decir, la longitud del brazo. En realidad no hay
En realidad, es evidente que todos los guerreros españoles no vestían de igual manera, ni mucho menos, pero esta indumentaria sí que era la más corriente y por la que los romanos identificaron a los españoles del ejército de Aníbal. Una estética que es la más repetida en el arte ibero.
Los guerreros españoles usaben una gran variedad de corazas para protegerse en combate. La más sencilla era el pectoral que en aquella época también utilizaban los legionarios romanos y que constaba de una placa de metal que protegía el pecho.
La falcata es un arma de origen español, en realidad es un tipo estilizado del gladius hispaniensis que tras la llegada de Roma a España pasó a formar parte del equipo militar romano. La hoja de la falcata mide aproximadamente unos 45 cm. de longitud, es decir, la longitud del brazo. En realidad no hay
jueves, 21 de octubre de 2010
Literatura Española: Francisco de Quevedo, biografía de un genio.
Nació en Madrid, el 17 de septiembre de 1580. Era el tercero de los cinco hijos de una familia de la aristocracia cortesana. Su padre, era Secretario de la Princesa María, esposa de Maximiliano de Alemania, y su madre, María de Santibáñez, era camarera de la reina.
Su vida de lujos se vio opacada por su poco agraciado aspecto físico. Era obeso, miope y rengueaba. Sin embargo, su mente era brillante, y lo demostró por los estudios y producciones que realizó durante su vida.
A la temprana edad de seis años, quedó huérfano, y el Colegio Imperial de los Jesuitas de Madrid, le brindó los primeros años de su educación formal. Los continuó en la Universidad de Alcalá de Henares (1596-1600).
Entre 1601 y 1606, se trasladó, junto a la Corte, a Valladolid, en cuya Universidad cursó estudios de Teología. Estudió, además, en forma autónoma temas relacionados con la filosofía, lenguas clásicas, francés, italiano, hebreo y árabe.
En 1606, regresó a Madrid, bajo la protección del duque de Osuna, donde cultivó la amistad de Félix Lope de Vega y de Miguel de Cervantes. También fue un crítico duro. Sus ataques se dirigieron contra los defectos físicos de Juan Ruiz de Alarcón y contra Juan Pérez de Montalbán, a quien le dedicó sin piedad la sátira “La Perinola”. Pero fue Luis de Góngora, quien tuvo el triste honor de ser el más hostigado por la ironía de Quevedo, quien lo acusó de indigno, jugador y homosexual, entre otros deshonrosos calificativos.
Su vida de lujos se vio opacada por su poco agraciado aspecto físico. Era obeso, miope y rengueaba. Sin embargo, su mente era brillante, y lo demostró por los estudios y producciones que realizó durante su vida.
A la temprana edad de seis años, quedó huérfano, y el Colegio Imperial de los Jesuitas de Madrid, le brindó los primeros años de su educación formal. Los continuó en la Universidad de Alcalá de Henares (1596-1600).
Entre 1601 y 1606, se trasladó, junto a la Corte, a Valladolid, en cuya Universidad cursó estudios de Teología. Estudió, además, en forma autónoma temas relacionados con la filosofía, lenguas clásicas, francés, italiano, hebreo y árabe.
En 1606, regresó a Madrid, bajo la protección del duque de Osuna, donde cultivó la amistad de Félix Lope de Vega y de Miguel de Cervantes. También fue un crítico duro. Sus ataques se dirigieron contra los defectos físicos de Juan Ruiz de Alarcón y contra Juan Pérez de Montalbán, a quien le dedicó sin piedad la sátira “La Perinola”. Pero fue Luis de Góngora, quien tuvo el triste honor de ser el más hostigado por la ironía de Quevedo, quien lo acusó de indigno, jugador y homosexual, entre otros deshonrosos calificativos.
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Literatura Española: Grandes Autores
lunes, 18 de octubre de 2010
18 años al servicio de la Paz y la Seguridad.
El 14 de septiembre de 1992, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, decidió el envío de una fuerza multinacional para labores humanitarias a la convulsa Bosnia y Herzegovina, un país desolado por la horrible y cruenta guerra que unos meses antes había sacudido al país. Estas fuerzas fueron conocidos como los cascos azules.
Hoy, la Ministra de Defensa, Carme Chacón, ha premiado con el Premio Extraordinario de Defensa 2010 a los 46.176 ciudadanos españoles, que vestidos orgullosamente de uniforme han servido a España y al pueblo Bosnio en una misión, que hoy se ha dado por concluída. El próximo 13 de noviembre está previsto el repliegue definitivo de nuestro contingente.
Sin duda, Bosnia no es lo que se encontraron nuestras tropas hace 18 años. Con su sudor y esfuerzo, así como sacrificio y espíritu militar, Bosnia y Herzegovina es un país más, un país libre y un país seguro y pacífico. Es un motivo de admiración el recuerdo a estas personas que han trabajado lejos del calor de su hogar por conseguir cumplir satisfactoriamente la misión que se les encomendó.
Desde aquí, un afectuoso recuerdo a los militares que en el cumplimiento de su deber, dieron su vida en esta misión. Hoy, tras la retirada del años pasado de nuestras tropas en Kosovo y la actual del contingente en Bosnia, España acaba con su presencia en los Balcanes satisfactoriamente.
Entre estos cascos azules, defensores de la paz y la libertad, se encontraban más de 400.000 militares enviados por 35 países. En noviembre de 1992, España envía su primer contingente a territorio balcánico para participar en la operación, en la que el grueso de esta fuerza estaría formada por miembros del IV Tercio de La Legión, constituyendo la Agrupación Táctica Málaga y nombrando la operación como Alfa-Bravo.
Base Española de Móstar (Bosnia) |
La operación, al ser la primera en la que participaban nuestras Fuerzas Armadas, supuso un gran eco en la opinión pública española, despertando la admiración de la sociedad por sus militares, que garantizaban la paz y la seguridad más allá de nuestras fronteras.
Hoy, la Ministra de Defensa, Carme Chacón, ha premiado con el Premio Extraordinario de Defensa 2010 a los 46.176 ciudadanos españoles, que vestidos orgullosamente de uniforme han servido a España y al pueblo Bosnio en una misión, que hoy se ha dado por concluída. El próximo 13 de noviembre está previsto el repliegue definitivo de nuestro contingente.
Sin duda, Bosnia no es lo que se encontraron nuestras tropas hace 18 años. Con su sudor y esfuerzo, así como sacrificio y espíritu militar, Bosnia y Herzegovina es un país más, un país libre y un país seguro y pacífico. Es un motivo de admiración el recuerdo a estas personas que han trabajado lejos del calor de su hogar por conseguir cumplir satisfactoriamente la misión que se les encomendó.
Desde aquí, un afectuoso recuerdo a los militares que en el cumplimiento de su deber, dieron su vida en esta misión. Hoy, tras la retirada del años pasado de nuestras tropas en Kosovo y la actual del contingente en Bosnia, España acaba con su presencia en los Balcanes satisfactoriamente.
domingo, 17 de octubre de 2010
Grandes Batallas Españolas: La batalla de Lepanto
La desconfianza hacia los venecianos era tal que don Juan repartió 4.000 de los mejores soldados españoles en las galeras de la Señoría e hizo que éstas navegasen entreveradas con las de España. La Sublime Puerta lanzó un ataque a fondo contra Famagusta, último reducto de los venecianos en Chipre. Fuerzas turcas se apoderaron de Dulcino, Budua y Antivari, e incluso llegaron a amenazar la plaza de Zara.
Las armadas se encuentran en el golfo de Lepanto:
Don Juan de Austria constituyó una batalla central de 60 galeras en las que iban Colonna y Veniero con sus naves capitanas, flanqueada por otras batallas menores al mando de Andrea Doria, Alvaro Bazán y al veneciano Agustín Barbarigo.
viernes, 15 de octubre de 2010
¿Quienes fueron los íberos?
Los íberos fueron un grupo de pueblos que habitaron el sur y el este de la península Ibérica entre los siglos VI a.C. y II a.C. y que, pese a su diversidad, manifestaron características comunes, probablemente como consecuencia de su prolongado contacto con los pueblos comerciantes del Mediterráneo (púnicos y griegos).
Los iberos diferían entre sí en función de su ubicación en el litoral o en el interior, cerca de los asentamientos griegos de Cataluña o de los púnicos de Andalucía y Levante, de su mayor o menor grado de urbanización, de su forma de gobierno monárquica o aristocrática, de su dedicación prioritaria a la agricultura, ganadería, minería o comercio, entre otras muchas variables. Todo ello nos está hablando de la tremenda falacia que supuso hasta fechas recientes el considerar a todos estos pueblos miembros de un solo mundo o universo político.
Hoy se considera que su nexo de unión -además de su diferencia con los pueblos del interior peninsular, menos desarrollados en técnicas y modos de organización política y social-, es fruto de un aprendizaje realizado a partir de las culturas del Mediterráneo oriental que allí dejaron sus huellas. Se puede hablar de un 'universo cultural', a pesar de los innumerables matices.
lunes, 11 de octubre de 2010
Los viajes de Cristóbal Colón: El descubrimiento de América
Primer Viaje de Colón
Del Puerto de Palos (España), Cristobal Colón parte el 3 de agosto de 1492, con tres naves: la Santa María, la Pinta y la Niña (acompañado en la empresa por los hermanos Martín y Alonso Pinzón y los hermanos Niño). La tripulación estaba formada por ciento veinte hombres (aproximadamente).
El 12 de octubre de 1492, el marinero Rodrigo de Triana vió una costa cubierta de palmeras y gritó: Tierra!!!!. Desembarcaron al día siguiente en la isla de Guanahaní (bautizada San Salvador). Continuó viaje descubriendo otras islas entre las que se destacaban La Española (ocupada actualmente por Haití y Dominicana) y Juana (Cuba).
Regresó a España (dejando en La Española una pequeña guarnición), con el fin de contarle a los reyes que había llegado a las Indias. Cuando regresó a España tuvo un gran recibimiento por parte de los reyes. A partir de allí se suceden varios viajes, pero ninguno con el éxito que tuvo el primero.
Del Puerto de Palos (España), Cristobal Colón parte el 3 de agosto de 1492, con tres naves: la Santa María, la Pinta y la Niña (acompañado en la empresa por los hermanos Martín y Alonso Pinzón y los hermanos Niño). La tripulación estaba formada por ciento veinte hombres (aproximadamente).
El 12 de octubre de 1492, el marinero Rodrigo de Triana vió una costa cubierta de palmeras y gritó: Tierra!!!!. Desembarcaron al día siguiente en la isla de Guanahaní (bautizada San Salvador). Continuó viaje descubriendo otras islas entre las que se destacaban La Española (ocupada actualmente por Haití y Dominicana) y Juana (Cuba).
Regresó a España (dejando en La Española una pequeña guarnición), con el fin de contarle a los reyes que había llegado a las Indias. Cuando regresó a España tuvo un gran recibimiento por parte de los reyes. A partir de allí se suceden varios viajes, pero ninguno con el éxito que tuvo el primero.
Cristóbal Colón, descubridor del nuevo mundo.
Nos acercamos al 12 de Octubre y desde este lugar le hacemos un pequeño homenaje a una de las figuras más importantes de la historia, ya no de España, si no del Mundo entero, Cristóbal Colón.
Cristóbal Colón, nació en Génova (aunque algunos autores se refieren a Colón como: catalán, castellano, francés, griego, etc). Fue hijo de un matrimonio de humildes tejedores: Diego Colombo y Susana Fontanarrosa.
Colón se interesó desde niño por la navegación, trabajando desde muy jóven como grumete. En 1477, vivió en Lisboa, Portugal, lugar en donde se casó con Felipa Muñiz de Perestrello (cuyo padre estaba el servicio de Enrique "El Navegante"). De este matrimonio, nació hacia 1482, su hijo Diego Colón.
Interesado por la Geografía, leyó tratados y conoció los mapas que circulaban en su época.
Al fallecer su esposa (1484) viaja con su hijo Diego a España, albergándose en el Convento de la Rábida donde los monjes aceptan sus teorías y proyectos. Deseaba llegar a las Indias Orientales, tierras en las que suponía encontraría grandes riquezas.
En 1486, los Reyes Católicos lo recibieron por primera vez en Alcalá de Henares (Madrid) pero una junta de expertos no aceptan sus proyectos.
En 1488 mientras esperaba la decisión de los Monarcas, conoció a Beatriz Enríquez de Arana, que le dio un hijo: Fernando Colón.
Con la ayuda de uno de los religiosos (Fray Juan Pérez), logró finalmente el apoyo de los reyes que gobernaban España: Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, los "Reyes Católicos", quienes le proveen de ayuda económica con el fin de organizar la expedición.
El 17 de abril de 1492 se firmaron las capitulaciones de Santa Fé, que concedieron a Colón el título de almirante de la expedición, virrey de la tierra que conquistaran y el diez porciento de la riquezas que pudiera traer a España.
Cristóbal Colón, nació en Génova (aunque algunos autores se refieren a Colón como: catalán, castellano, francés, griego, etc). Fue hijo de un matrimonio de humildes tejedores: Diego Colombo y Susana Fontanarrosa.
Colón se interesó desde niño por la navegación, trabajando desde muy jóven como grumete. En 1477, vivió en Lisboa, Portugal, lugar en donde se casó con Felipa Muñiz de Perestrello (cuyo padre estaba el servicio de Enrique "El Navegante"). De este matrimonio, nació hacia 1482, su hijo Diego Colón.
Interesado por la Geografía, leyó tratados y conoció los mapas que circulaban en su época.
Al fallecer su esposa (1484) viaja con su hijo Diego a España, albergándose en el Convento de la Rábida donde los monjes aceptan sus teorías y proyectos. Deseaba llegar a las Indias Orientales, tierras en las que suponía encontraría grandes riquezas.
En 1486, los Reyes Católicos lo recibieron por primera vez en Alcalá de Henares (Madrid) pero una junta de expertos no aceptan sus proyectos.
En 1488 mientras esperaba la decisión de los Monarcas, conoció a Beatriz Enríquez de Arana, que le dio un hijo: Fernando Colón.
Con la ayuda de uno de los religiosos (Fray Juan Pérez), logró finalmente el apoyo de los reyes que gobernaban España: Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, los "Reyes Católicos", quienes le proveen de ayuda económica con el fin de organizar la expedición.
El 17 de abril de 1492 se firmaron las capitulaciones de Santa Fé, que concedieron a Colón el título de almirante de la expedición, virrey de la tierra que conquistaran y el diez porciento de la riquezas que pudiera traer a España.
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domingo, 10 de octubre de 2010
La Guerra Civil Española: El asedio del Alcázar de Toledo
La ciudad de Toledo, a 70 kilómetros de Madrid, está totalmente controlada por la República, con la excepción del Alcázar, donde desde el mismo día 18 de julio el Coronel Moscardó, con 1.100 hombres, 820 mujeres y 50 niños, se ha unido al Alzamiento y soporta un terrible asedio, e incluso ser conminado a rendirse a cambio de la vida de su hijo, lo que el moderno Guzmán el Bueno rechaza con impresionante entereza en una estremecedora conversación telefónica.
Los frentepopulistas cumplieron su amenaza y asesinaron al hijo de Moscardó, pero el Alcázar no se rindió. Durante 68 días, la fortaleza recibe un alud de fuego y metralla, más de 15.000 proyectiles de artillería, 500 bombas de avión y tres minas de formidable poder. El Frente Popular había anunciado repetidas veces la toma del Alcázar, pero la falsa noticia era desmentida por los hechos.
Decididos a terminar de una vez, se proyecta la explosión de una mina definitiva, a cuyo acto se invita a miembros del Gobierno tan caracterizados como Largo Caballero y La Pasionaria. Y la mina estalla, destruyendo lo que quedaba del recio edificio y los sitiadores se lanzan al asalto. Pero el Alcázar no se rinde. Como en el ya lejano episodio de Tifaurin, un avión sobrevuela a los héroes sitiados para enviarles un mensaje de Franco. La carta, que se conserva en el Museo del Ejército, dice así:
"Un abrazo de este Ejército a los bravos defensores del Alcázar. Nos acercamos a vosotros, vamos a socorreros, mientras resistir, para ello os llevaremos pequeños auxilios. Vencidas todas las dificultades, avanzan nuestras columnas doblegando resistencias ¡Viva España!, ¡Vivan los bravos defensores del Alcázar!"
Alguien había preguntado a Moscardó por qué mantenía una defensa imposible y el héroe había contestado que porque tenía fe en Franco. Esa fe, como la de tantos otros que antes y después supieron tenerla, se vio premiada con la liberación. El 28 de septiembre, al pisar los libertadores las ruinas inmortales, el defensor de la fortaleza dice escuetamente:
"Sin novedad en el Alcázar, mi General" como si nada hubiera pasado.
Un periodista extranjero escribe al contemplar estos hechos:
"Arrodillémonos ante estos hombres: son la dignidad del mundo.Ellos nos engrandecen con su heroísmo. Por ellos estamos seguros de que el alma humana es todavía capaz de infinita grandeza"
Los frentepopulistas cumplieron su amenaza y asesinaron al hijo de Moscardó, pero el Alcázar no se rindió. Durante 68 días, la fortaleza recibe un alud de fuego y metralla, más de 15.000 proyectiles de artillería, 500 bombas de avión y tres minas de formidable poder. El Frente Popular había anunciado repetidas veces la toma del Alcázar, pero la falsa noticia era desmentida por los hechos.
Decididos a terminar de una vez, se proyecta la explosión de una mina definitiva, a cuyo acto se invita a miembros del Gobierno tan caracterizados como Largo Caballero y La Pasionaria. Y la mina estalla, destruyendo lo que quedaba del recio edificio y los sitiadores se lanzan al asalto. Pero el Alcázar no se rinde. Como en el ya lejano episodio de Tifaurin, un avión sobrevuela a los héroes sitiados para enviarles un mensaje de Franco. La carta, que se conserva en el Museo del Ejército, dice así:
"Un abrazo de este Ejército a los bravos defensores del Alcázar. Nos acercamos a vosotros, vamos a socorreros, mientras resistir, para ello os llevaremos pequeños auxilios. Vencidas todas las dificultades, avanzan nuestras columnas doblegando resistencias ¡Viva España!, ¡Vivan los bravos defensores del Alcázar!"
Alguien había preguntado a Moscardó por qué mantenía una defensa imposible y el héroe había contestado que porque tenía fe en Franco. Esa fe, como la de tantos otros que antes y después supieron tenerla, se vio premiada con la liberación. El 28 de septiembre, al pisar los libertadores las ruinas inmortales, el defensor de la fortaleza dice escuetamente:
"Sin novedad en el Alcázar, mi General" como si nada hubiera pasado.
Un periodista extranjero escribe al contemplar estos hechos:
"Arrodillémonos ante estos hombres: son la dignidad del mundo.Ellos nos engrandecen con su heroísmo. Por ellos estamos seguros de que el alma humana es todavía capaz de infinita grandeza"
Personajes Históricos: El gran Capitán
Montilla 1453 - Granada 1515
Militar español al servicio de los Reyes Católicos. Nació en Montilla (Córdoba) el 1 de septiembre de 1453. Miembro de la nobleza andaluza (perteneciente a la Casa de Aguilar), siendo niño fue incorporado al servicio del príncipe Alfonso como paje y, a la muerte de éste, pasó al séquito de la princesa Isabel.
Fiel a la causa isabelina, inició la carrera militar que le correspondía a un segundón de la nobleza en la Guerra Civil castellana y en la de Granada, donde sobresalió como soldado (sitio de Tájara y conquista de Illora), espía y negociador, se hizo cargo de las últimas negociaciones con el monarca nazarí Boabdil para la rendición de la ciudad. En recompensa por sus destacados servicios, recibió una encomienda de la Orden de Santiago, el señorío de Orjiva y determinadas rentas sobre la producción de seda granadina, lo cual contribuyó a engrandecer su fortuna.
En 1495 fue requerido para una nueva empresa militar de sus soberanos, la intervención en la península Italiana. Desembarcó en Calabria al mando de un reducido ejército para enfrentarse a las tropas francesas que habían ocupado el reino de Nápoles, sobre el que Fernando de Aragón tenía aspiraciones. Maniobrando con gran habilidad y tras varios éxitos entre los que se incluyen la larga marcha a Atella que le permitió llegar oportunamente a combatir y que culminaron con la derrota y expulsión de los franceses, regresó a España en 1498, donde sus triunfos le valieron el sobrenombre de Gran Capitán y el título de duque de Santángelo.
En 1500 fue enviado a Italia por segunda vez con el encargo de aplicar, por parte española, el Tratado de Chambord-Granada (1500) que implicaba el reparto del reino de Nápoles entre los Reyes Católicos y Luis XII de Francia. Desde el principio se produjeron roces entre españoles y franceses por el reparto de Nápoles, que desembocaron en la reapertura de las hostilidades. La superioridad numérica francesa obligó a Fernández de Córdoba a utilizar su genio como estratega, concentrándose en la defensa de plazas fuertes a la espera de refuerzos.
El Gran Capitán derrotó en Ceriñola al ejército mandado por el duque de Nemours, que murió en el combate (1503), y se apoderó de todo el reino. Mando Luis XII un nuevo ejército, que fue igualmente vencido a orillas del Garellano (1504), y los franceses hubieron de rendir a la plaza fuerte de Gaeta y dejar libre el campo a los españoles. Terminada la guerra, Fernández de Córdoba gobernó como virrey en Nápoles durante cuatro años, con toda la autoridad de un soberano; pero, muerta ya Isabel, se hizo el Rey eco de los envidiosos del general y, temeroso de que se hiciese independiente, le quitó el mando, aunque no está demostrado que le pidiese cuentas. Si es cierto, en cambio, que no cumplió a tan ilustre caudillo los ofrecimientos que le había hecho. Pese a sus deseos de volver a Italia, Gonzalo, entonces, se retiró a Loja, donde murió en 1515.
El Gran capitán fue un genio militar excepcionalmente dotado que por primera vez manejó combinadamente la Infantería, la Caballería y la Artillería. Supo mover hábilmente a sus tropas y llevar al enemigo al terreno que había elegido como más favorable. Revolucionó la técnica militar mediante la reorganización de la infantería en coronelías (embrión de los futuros tercios). Idolatrado por sus soldados y admirado por todos, tuvo en su popularidad su mayor enemigo.
Militar español al servicio de los Reyes Católicos. Nació en Montilla (Córdoba) el 1 de septiembre de 1453. Miembro de la nobleza andaluza (perteneciente a la Casa de Aguilar), siendo niño fue incorporado al servicio del príncipe Alfonso como paje y, a la muerte de éste, pasó al séquito de la princesa Isabel.
Fiel a la causa isabelina, inició la carrera militar que le correspondía a un segundón de la nobleza en la Guerra Civil castellana y en la de Granada, donde sobresalió como soldado (sitio de Tájara y conquista de Illora), espía y negociador, se hizo cargo de las últimas negociaciones con el monarca nazarí Boabdil para la rendición de la ciudad. En recompensa por sus destacados servicios, recibió una encomienda de la Orden de Santiago, el señorío de Orjiva y determinadas rentas sobre la producción de seda granadina, lo cual contribuyó a engrandecer su fortuna.
En 1495 fue requerido para una nueva empresa militar de sus soberanos, la intervención en la península Italiana. Desembarcó en Calabria al mando de un reducido ejército para enfrentarse a las tropas francesas que habían ocupado el reino de Nápoles, sobre el que Fernando de Aragón tenía aspiraciones. Maniobrando con gran habilidad y tras varios éxitos entre los que se incluyen la larga marcha a Atella que le permitió llegar oportunamente a combatir y que culminaron con la derrota y expulsión de los franceses, regresó a España en 1498, donde sus triunfos le valieron el sobrenombre de Gran Capitán y el título de duque de Santángelo.
En 1500 fue enviado a Italia por segunda vez con el encargo de aplicar, por parte española, el Tratado de Chambord-Granada (1500) que implicaba el reparto del reino de Nápoles entre los Reyes Católicos y Luis XII de Francia. Desde el principio se produjeron roces entre españoles y franceses por el reparto de Nápoles, que desembocaron en la reapertura de las hostilidades. La superioridad numérica francesa obligó a Fernández de Córdoba a utilizar su genio como estratega, concentrándose en la defensa de plazas fuertes a la espera de refuerzos.
El Gran Capitán derrotó en Ceriñola al ejército mandado por el duque de Nemours, que murió en el combate (1503), y se apoderó de todo el reino. Mando Luis XII un nuevo ejército, que fue igualmente vencido a orillas del Garellano (1504), y los franceses hubieron de rendir a la plaza fuerte de Gaeta y dejar libre el campo a los españoles. Terminada la guerra, Fernández de Córdoba gobernó como virrey en Nápoles durante cuatro años, con toda la autoridad de un soberano; pero, muerta ya Isabel, se hizo el Rey eco de los envidiosos del general y, temeroso de que se hiciese independiente, le quitó el mando, aunque no está demostrado que le pidiese cuentas. Si es cierto, en cambio, que no cumplió a tan ilustre caudillo los ofrecimientos que le había hecho. Pese a sus deseos de volver a Italia, Gonzalo, entonces, se retiró a Loja, donde murió en 1515.
El Gran capitán fue un genio militar excepcionalmente dotado que por primera vez manejó combinadamente la Infantería, la Caballería y la Artillería. Supo mover hábilmente a sus tropas y llevar al enemigo al terreno que había elegido como más favorable. Revolucionó la técnica militar mediante la reorganización de la infantería en coronelías (embrión de los futuros tercios). Idolatrado por sus soldados y admirado por todos, tuvo en su popularidad su mayor enemigo.
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