miércoles, 10 de noviembre de 2010

Santiago Apóstol, patrón de España.

El apóstol Santiago, primer apóstol martir, viajó desde Jerusalén hasta Cádiz (España). Sus predicaciones no fueron bien recibidas, por lo que se trasladó posteriormente a Zaragoza. Aquí se convirtieron muchos habitantes de la zona. Estuvo predicando también en Granada, ciudad en la que fue hecho prisionero junto con todos sus discípulos y convertidos. Santiago llamó en su ayuda a la Virgen María, que entonces vivía aún en Jerusalén, rogándole lo ayudase. La Virgen le concedió el favor de liberarlo y le pidió que se trasladara a Galicia a predicar la fe, y que luego volviese a Zaragoza.

Santiago cumplió su misión en Galicia y regresó a Zaragoza, donde corrió muchos peligros. Una noche, el apóstol estuvo rezando intensamente con algunos discípulos junto al río Ebro, cerca de los muros de la ciudad, pidiendo luz para saber si debía quedarse o huir. Él pensaba en María Santísima y le pedía que rogara con él para pedir consejo y ayuda a su divino Hijo Jesús, que nada podía entonces negarle. De pronto, se vio venir un resplandor del cielo sobre el apóstol y aparecieron sobre él los ángeles que entonaban un canto muy armonioso mientras traían una columna de luz, cuyo pie, en medio de un rayo luminoso, señalaba un lugar, a pocos pasos del apóstol, como indicando un sitio determinado.

Sobre la columna, se le apareció la Virgen María. Santiago se levantó del lugar donde estaba rezando de rodillas, y recibió internamente el aviso de María de que debía erigir de inmediato una iglesia allí; que la intercesión de María debía crecer como una raíz y expandirse. María le indicó que, una vez terminada la iglesia, debía volver a Jerusalén. Santiago se levantó, llamó a los discípulos que lo acompañaban, que habían oído la música y visto el resplandor; les narró lo demás, y presenciaron luego todos cómo se iba desvaneciendo el resplandor de la aparición. En el lugar de la aparición, se levantó lo que hoy es la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, un lugar de peregrinación famoso en el mundo entero que no fue destruido en la guerra civil española (1936-1939), puesto que las bombas que se lanzaron no explotaron, pudiéndose hoy en día verse expuestas en el interior de la Basílica.

Santiago partió de España, para trasladarse a Jerusalén, como María le había ordenado. En este viaje visitó a María en Éfeso. María le predijo la proximidad de su muerte en Jerusalén, y lo consoló y lo confortó en gran manera. Santiago se despidió de María y de su hermano Juan, y se dirigió a Jerusalén, donde al poco tiempo fue hecho prisionero.

Fue llevado al monte Calvario, fuera de la ciudad. Durante el recorrido, estuvo predicando y aún fue capaz de convertir a algunas personas. Cuando le ataron las manos, dijo: "Vosotros podéis atar mis manos, pero no mi bendición y mi lengua". Un tullido que se encontraba a la vera del camino, clamó al apóstol que le diera la mano y lo sanase. El apóstol le contestó: "Ven tú hacia mí y dame tu mano". El tullido fue hacia Santiago, tocó las manos atadas del apóstol e inmediatamente sanó.

Josías, la persona que había entregado a Santiago, fue corriendo hacia él para implorar su perdón. Este hombre se convirtió a Cristo. Santiago le preguntó si deseaba ser bautizado. Él dijo que sí, por lo que el apóstol lo abrazó y le dijo: "Tú serás bautizado en tu propia sangre". Y así se cumplió más adelante, siendo Josías asesinado posteriormente por su fe.

En otro tramo del recorrido, una mujer se acercó a Santiago con su hijo ciego para alcanzar de él la curación para su hijo, obteniéndola de inmediato.
Una vez llegado al Monte Calvario, el mismo lugar donde años antes fue crucificado nuestro Señor, Santiago fue atado a unas piedras. Le vendaron los ojos y le decapitaron.

El cuerpo de Santiago estuvo un tiempo en las cercanías de Jerusalén. Cuando se desencadenó una nueva persecución, lo llevaron a Galicia (España) algunos discípulos.

En siglos posteriores y hasta el momento actual, numerosos fieles, principalmente de Europa, recorren parcialmente el "Camino de Santiago" que les conduce a la tumba del Santo, con el fin de pedir perdón por sus pecados.

Fuente: Web Católico de Javier

jueves, 4 de noviembre de 2010

Grandes Batallas Españolas: La batalla de Almansa (1707)


En la actual provincia de Albacete, en la ciudad de Almansa, región muy próxima al reino de Valencia, que contaba con una población de aproximadamente 3.400 personas, con alrededor de 800 viviendas de adobe, algunos edificios religiosos, donde se destacaba la iglesia de Asunción, y otros pertenecientes a algunos nobles, se produjo el encuentro entre las tropas francesas y las de la coalición, el 25 de abril de 1707, en el contexto de la Guerra de Sucesión Española.

El trono de España había sido ocupado por Felipe de Anjou, por testamento del rey Carlos II, “El Hechizado”, que falleció el 1 de noviembre del año 1700, sin dejar herederos suyos directos. Felipe de Anjou era sobrino nieto del rey fallecido, nieto de su hermana María Teresa. Con esto, los borbones accedieron al trono español, poniendo punto final a la dinastía de los Habsbugo, pero debieron afrontar la oposición de la Gran Alianza, integrada por Austria, Dinamarca, Inglaterra y Holanda, surgida luego de la firma del Tratado de La Haya, de septiembre de 1701, a la que luego se agregaron, Portugal y Saboya. En el año 1705, esta alianza, proclamó como Rey de España y Conde de Barcelona, al Archiduque Carlos de Austria.

Habiendo Berwich, al mando de las fuerzas borbónicas, enviado una columna hacia Ayora, al mando del conde de Pinto, sus enemigos consideraron que era el momento oportuno para atacar, ya que contando con menos hombres, sería más fácil ganarles la batalla. Esa columna que estaba asediando Ayora recibió la orden de retorna,r ante la inminente batalla con los austracianos.
Así, las tropas de coalición se dirigieron hacia Almansa, en el anochecer del 24 de abril, estableciendo su cuartel general en la Torre de Boagra, en la zona de Caudete.
Avanzaron en tres frentes: A la izquierda la caballería holandesa e inglesa, ésta última acompañada también por la infantería. La infantería de todas las fuerzas aliadas en el centro. Los portugueses en infantería y caballería se ubicaron a la derecha.