Es una máquina utilizada para aplicar pena capital originaria de España. Vigente en el país legalmente desde 1820 hasta su abolición por medio de la Constitución de 1978.
También se utilizó en diversos países de Iberoamérica, y durante la conquista de América. De hecho, fue el modo en que se ejecutó al emperador inca Atahualpa en 1533.
En sus inicios, el garrote vil no era otra cosa que la ejecución de alguien mediante un garrotazo en la cabeza o en la nuca. El adjetivo "vil" deriva del sistema de leyes estamentales en el medioevo. Por una cuestión simbólica la decapitación con espada se consideraba pena reservada a los integrantes de la nobleza. En cambio, para los villanos (habitantes de las villas o integrantes de la "plebe"), se mantenía la ejecución con un "vulgar" garrotazo.
Más adelante, el garrote fue perversamente refinado, para pasar a consistir en un collar de hierro que, por medio de un tornillo, retrocedía produciendo la muerte al acusado por la dislocación de la apófisis de la vértebra axis sobre el atlas en la columna cervical, es decir se le rompe el cuello a la víctima.
La variante denominada catalana incluía un punzón de hierro que penetraba por la parte posterior destruyendo las vértebras cervicales del condenado. El garrote, con sus refinamientos, fue instituido porque el ahorcamiento se consideraba excesivamente cruel, ya que el lapso de tiempo hasta la muerte era mucho más largo.
El rey Fernando VII abolió, en 1828, la pena de muerte en horca y dispuso que, a partir de entonces, se ejecutase a todos los condenados a muerte con el garrote.
Cada tipo de ejecución llevaba aparejada una escenificación distinta, diferenciándose cada una principalmente por el modo de conducir al condenado hasta el garrote: los condenados a garrote noble iban en caballo ensillado, los de garrote ordinario iban en mula o caballo y los de garrote vil en burro o arrastrados. Es la denominación garrote vil la que ha prevalecido y hoy en día se suele usar este nombre para designar tanto al instrumento como a la pena de muerte que lo utiliza.
La ejecución se anunciaba con unos tambores con el parche flojo, no tirante, que se llamaban "cajas destempladas", de donde ha quedado la expresión.
Los últimos condenados por este sistema en España (el anarquista catalán Salvador Puig Antich, en la Cárcel Modelo de Barcelona, y el delincuente común de origen pretendidamente polaco -en realidad, era alemán- Heinz Ches, en la de Tarragona) fueron ajusticiados el 2 de marzo de 1974.
Durante la transición democrática española, será finalmente abolida la Pena de muerte.
jueves, 5 de mayo de 2011
El Garrote Vil, originario de España.
martes, 3 de mayo de 2011
Cristóbal de Olid (Baeza o Linares, España, 1488 - Naco, actual Honduras, 1524) fue un Conquistador español.
El diecisiete de julio [de 1522], en época de lluvias y por la fiesta llamada Cahera consquaro, Cristóbal de Olid con doscientos españoles y muchos indios de México llegó a Taximaroa. Estando allí, los españoles detuvieron a don Pedro quien iba a hacer gente de guerra. Cuando don Pedro le explicó a Olid que el cazonci lo había enviado para ver si realmente los españoles estaban en Taximaroa y, de ser así, decirles que siguieran su camino hasta Tzintzuntzan, el capitán español, desconfiado, amenazó con matar a los tarascos si acaso lo estaban esperando para darle guerra.
Don Pedro dijo que no mentía, Olid le creyó y le pidió que entonces le avisara al cazonci que saliera a recibirlo en Quangaçeo y que le llevara mantas de diversos tipos, gallinas, huevos, pescados y patos (supuestamente Olid llamó a las mantas y a los pescados por sus nombres en tarasco). Después de una misa que presenció don Pedro, Olid llamó a cinco mexicanos y a cinco otomíes para que acompañaran a don Pedro a Tzintzuntzan. Posiblemente Olid llegó a Quangaçeo y al no encontrar al cazonci envió a diez mexicanos a Tzintzuntzan (o quizás eran los mexicanos y otomíes que habían acompañado a don Pedro y que ëste había dejado en el camino para poder deshacer los ejércitos que estaban preparados para atacar a Olid) quienes, al enterarse de que Zinzicha se había ahogado en el lago, regresaron a avisarle a Olid.
Entonces éste continuó su camino hasta un lugar llamado Api, a media legua de Tzintzuntzan, en donde ya lo esperaban don Pedro, su hermano Huizizilzi y todos los caciques con gente de guerra. Éstos pidieron a los españoles que no pasaran de allí y preguntaron si acaso iban a matarlos. Olid les respondió que no, que quizás eran ellos los que querían darles guerra. Los señores respondieron que no era esa su intención, entonces Olid les pidió que dejaran sus armas y que se acercaran. Los señores tarascos, excepto algunos, dejaron sus arcos y flechas, fueron donde los españoles quienes los recibieron muy bien, con abrazos, y luego todos juntos entraron a la ciudad.
Unos días después los españoles descubrieron las arcas llenas de joyas que el cazonci guardaba en su casa. Olid mandó sacarlas, examinarlas y escoger las mejores con las cuales hizo doscientas cargas que mandó a México para Cortés. Seguramente para que no se perdiera nada, mandó grupos de veinte tamemes, cada uno con una banderita en las cargas para que se fueran viendo en el camino. Poco después, cuando reapareció Zinzicha, los españoles le pidieron más oro y plata y, al ver que ya no quedaba nada en su casa, el cazonci mandó que unos principales les mostraran a los españoles lo que estaba en las islas Pacandan y Huranden. Con ello hicieron ochenta cargas que a Olid le parecieron muy poco. Zinzicha se preguntó por qué los españoles querían tanto oro y llegó a la conclusión de que, siendo dioses, debían de comérselo. Luego mandó buscar el oro y la plata que estaba en las islas Apupato y Vtuyo con lo cual se reunieron trescientas cargas. Finalmente Olid aceptó como verdadera la respuesta del cazonci de que ya no tenía más oro y lo envió a México para que personalmente entregara esas cargas a Cortés.
Olid con su ejército y los mexicanos que lo acompañaban permanecieron en Tzintzuntzan durante cuatro meses (seis lunas de veinte días cada una). Al menos uno de los capitanes tarascos, Huizizilzi, se unió con su gente al ejército español y colaboró en la conquista de Colima, fue a Pánuco y finalmente acompañó a Olid a las Hibueras en donde murió.
El diecisiete de julio [de 1522], en época de lluvias y por la fiesta llamada Cahera consquaro, Cristóbal de Olid con doscientos españoles y muchos indios de México llegó a Taximaroa. Estando allí, los españoles detuvieron a don Pedro quien iba a hacer gente de guerra. Cuando don Pedro le explicó a Olid que el cazonci lo había enviado para ver si realmente los españoles estaban en Taximaroa y, de ser así, decirles que siguieran su camino hasta Tzintzuntzan, el capitán español, desconfiado, amenazó con matar a los tarascos si acaso lo estaban esperando para darle guerra.
Don Pedro dijo que no mentía, Olid le creyó y le pidió que entonces le avisara al cazonci que saliera a recibirlo en Quangaçeo y que le llevara mantas de diversos tipos, gallinas, huevos, pescados y patos (supuestamente Olid llamó a las mantas y a los pescados por sus nombres en tarasco). Después de una misa que presenció don Pedro, Olid llamó a cinco mexicanos y a cinco otomíes para que acompañaran a don Pedro a Tzintzuntzan. Posiblemente Olid llegó a Quangaçeo y al no encontrar al cazonci envió a diez mexicanos a Tzintzuntzan (o quizás eran los mexicanos y otomíes que habían acompañado a don Pedro y que ëste había dejado en el camino para poder deshacer los ejércitos que estaban preparados para atacar a Olid) quienes, al enterarse de que Zinzicha se había ahogado en el lago, regresaron a avisarle a Olid.
Entonces éste continuó su camino hasta un lugar llamado Api, a media legua de Tzintzuntzan, en donde ya lo esperaban don Pedro, su hermano Huizizilzi y todos los caciques con gente de guerra. Éstos pidieron a los españoles que no pasaran de allí y preguntaron si acaso iban a matarlos. Olid les respondió que no, que quizás eran ellos los que querían darles guerra. Los señores respondieron que no era esa su intención, entonces Olid les pidió que dejaran sus armas y que se acercaran. Los señores tarascos, excepto algunos, dejaron sus arcos y flechas, fueron donde los españoles quienes los recibieron muy bien, con abrazos, y luego todos juntos entraron a la ciudad.
Unos días después los españoles descubrieron las arcas llenas de joyas que el cazonci guardaba en su casa. Olid mandó sacarlas, examinarlas y escoger las mejores con las cuales hizo doscientas cargas que mandó a México para Cortés. Seguramente para que no se perdiera nada, mandó grupos de veinte tamemes, cada uno con una banderita en las cargas para que se fueran viendo en el camino. Poco después, cuando reapareció Zinzicha, los españoles le pidieron más oro y plata y, al ver que ya no quedaba nada en su casa, el cazonci mandó que unos principales les mostraran a los españoles lo que estaba en las islas Pacandan y Huranden. Con ello hicieron ochenta cargas que a Olid le parecieron muy poco. Zinzicha se preguntó por qué los españoles querían tanto oro y llegó a la conclusión de que, siendo dioses, debían de comérselo. Luego mandó buscar el oro y la plata que estaba en las islas Apupato y Vtuyo con lo cual se reunieron trescientas cargas. Finalmente Olid aceptó como verdadera la respuesta del cazonci de que ya no tenía más oro y lo envió a México para que personalmente entregara esas cargas a Cortés.
Olid con su ejército y los mexicanos que lo acompañaban permanecieron en Tzintzuntzan durante cuatro meses (seis lunas de veinte días cada una). Al menos uno de los capitanes tarascos, Huizizilzi, se unió con su gente al ejército español y colaboró en la conquista de Colima, fue a Pánuco y finalmente acompañó a Olid a las Hibueras en donde murió.
domingo, 1 de mayo de 2011
Personajes Célebres: Santiago Ramón y Cajal
Santiago Ramón y Cajal recibe en 1906 el Premio Nobel de Medicina por sus investigaciones sobre la fisiología de las celulas nerviosas y la comunicación existente entre ellas por sola contigüidad, y no por continuidad como se había venido sosteniendo.
Para entonces Cajal, que había obtenido la catedra de Histología normal y patológica, reside ya en Madrid y su trabajo es mundialmente reconocido. Los largos años de esfuerzo y absoluta dedicación han transcurrido antes en Aragón, especialmente en Zaragoza, Valencia y Barcelona, con un breve pero tremendo paso por la vida militar en el ejército expedicionario de Cuba.
Santiago Ramón y Cajal, nacido en el enclave navarro de Petilla de Aragón, fue aragonés por estirpe, educación, carácter, y desde luego por sus años de infancia y juventud en tierras aragonesas, que lo vincularon afectivamente para siempre a ellas. El niño Cajal, rebelde y aventurero, creció en los pueblos aragoneses de Larrés, Luna, Valpalmas y Ayerbe, a los que la familia iba llegando tras el padre, Justo Ramón Casasús, médico de profesión.
La enseñanza secundaria y superior llevan a Santiago Ramón y Cajal sucesivamente a Jaca, Huesca y Zaragoza. En Zaragoza, en su Facultad de Medicina, se hace médico, entre 1869 y 1873, y realiza sus primeros trabajos. En Zaragoza conoce a su mujer, Silveria Fañanás, y contrae matrimonio. "Zaragoza es algo mío, muy íntimo, que llevo embebido en mi corazón y en mi espíritu, y palpita en mi carácter y en mis actos".
Tras dos intentos fallidos, por fin en 1883 gana por unanimidad la cátedra de Anatomía de la Universidad de Valencia. En 1887 se traslada a Barcelona ya como catedrático de Histología normal y patológica, y en 1892 marcha a Madrid a ocupar la cátedra vacante de esa misma asignatura.
Ramón y Cajal siempre dijo que su "año cumbre" fue 1888, cuando logra las preparaciones micrográficas que que por primera vez hacían evidente la relación de contigüidad y no de continuidad entre las células nerviosas. A partir de entonces los premios, reconocimientos y distinciones nacionales e internacionales se suceden año tras año. Sobreponiéndose a todo ello, Cajal mantiene siempre su dedicación constante a la investigación y a la formación de sus continuadores.
En la fecunda y prolongada trayectoria científica de Cajal pueden acotarse varias etapas. La primera son años de formación y crecimiento intelectual, de acercamiento a la histología y fundamentación de sus líneas de investigación. La segunda, entre 1887 y 1903, le lleva a sus más espectáculares descubrimientos sobre las estructuras nerviosas, mediante el desarrollo del método Golgi o cromoargéntico para la impregnación del tejido nervioso. Cajal no olvida este método, pero en la tercera etapa (1903-1913) halla una nueva técnica de tinción, la del nitrato de plata reducido, ideada por el mismo, y que le permite ahondar en sus descubrimientos y pormenorizar en la fisiología neurocelular. En este periódo publica su libro más importante: "Histología del sistema nervioso del hombre y los vertebrados". El último tramo irá desde 1913 hasta su muerte, y comienza con dos importantes innovaciones técnicas: la invención de los métodos del nitrato de urano (1912) y del sublimado-oro (1913). Durante todos estos últimos años, Cajal no abandonará ni un instante el trabajo de laboratorio, ni las pertinentes discusiones científicas con los colegas, ni las publicaciones: un año antes de su muerte da a la luz un extenso y magistral estudio titulado "¿Neuronismo o reticularismo?" (1933), cuya versión en alemán deja preparada y será publicada ya tras su fallecimiento.
Es bien reconocido que en el campo de la morfologia nerviosa Cajal, por sí solo, ha producido más que todos los otros neurólogos juntos. Pero la importancia histórica de su obra radica no sólo en los hechos descubiertos, sino en su interpretación de los mismos, con la que coronó el desarrollo de la teoría de la morfología celular (enunciada por cuatro nombres principales: Scheleiden, Schwan, Virchow y Cajal), y con la que sentó las bases de la más actual neurofisiología.
La personalidad intelectual de Ramón y Cajal no fue, sin embargo, únicamente la del hombre de ciencia. Fue la del verdadero sabio. Es decir la de aquel que se cuestionan el sentido y alcance reales de las teorías que aprende o que descubre por sí mismo. Cajal, aficionado a la literatura y la filosofía, asombrado perceptor de los fenómenos del mundo, necesitado de una autoafirmación constante, preocupado desde siempre por el sentido humano del saber, ordena la meta de su ciencia en una serie de planos de creciente profundidad: en el terreno de los hechos científicos se sitúa dentro de los postulados del evolucionismo biológico. Más allá de ésto, vendría su concepción del saber científico como recurso para el gobierno intelectual y técnico del mundo, como "poderoso y universal instrumento de previsión y dominio". Aún más allá, la firme idea de que la ciencia, fiada la honestidad de quien la hace, es el camino más idóneo hacia la máxima dignidad del hombre. Y finalmente, la concepción casi sacral del conocimiento científico del mundo.
El día 10 de septiembre de 1999, Marcelino Iglesias, presidente del Gobierno de Aragón, inauguró el Centro de Interpretación Santiago Ramón y Cajal , en la casa que habitó el científico en su niñez, situada en el número 19 de la Calle Nueva de la Villa de Ayerbe, en la Hoya de Huesca.
Para entonces Cajal, que había obtenido la catedra de Histología normal y patológica, reside ya en Madrid y su trabajo es mundialmente reconocido. Los largos años de esfuerzo y absoluta dedicación han transcurrido antes en Aragón, especialmente en Zaragoza, Valencia y Barcelona, con un breve pero tremendo paso por la vida militar en el ejército expedicionario de Cuba.
Santiago Ramón y Cajal, nacido en el enclave navarro de Petilla de Aragón, fue aragonés por estirpe, educación, carácter, y desde luego por sus años de infancia y juventud en tierras aragonesas, que lo vincularon afectivamente para siempre a ellas. El niño Cajal, rebelde y aventurero, creció en los pueblos aragoneses de Larrés, Luna, Valpalmas y Ayerbe, a los que la familia iba llegando tras el padre, Justo Ramón Casasús, médico de profesión.
La enseñanza secundaria y superior llevan a Santiago Ramón y Cajal sucesivamente a Jaca, Huesca y Zaragoza. En Zaragoza, en su Facultad de Medicina, se hace médico, entre 1869 y 1873, y realiza sus primeros trabajos. En Zaragoza conoce a su mujer, Silveria Fañanás, y contrae matrimonio. "Zaragoza es algo mío, muy íntimo, que llevo embebido en mi corazón y en mi espíritu, y palpita en mi carácter y en mis actos".
Tras dos intentos fallidos, por fin en 1883 gana por unanimidad la cátedra de Anatomía de la Universidad de Valencia. En 1887 se traslada a Barcelona ya como catedrático de Histología normal y patológica, y en 1892 marcha a Madrid a ocupar la cátedra vacante de esa misma asignatura.
Ramón y Cajal siempre dijo que su "año cumbre" fue 1888, cuando logra las preparaciones micrográficas que que por primera vez hacían evidente la relación de contigüidad y no de continuidad entre las células nerviosas. A partir de entonces los premios, reconocimientos y distinciones nacionales e internacionales se suceden año tras año. Sobreponiéndose a todo ello, Cajal mantiene siempre su dedicación constante a la investigación y a la formación de sus continuadores.
En la fecunda y prolongada trayectoria científica de Cajal pueden acotarse varias etapas. La primera son años de formación y crecimiento intelectual, de acercamiento a la histología y fundamentación de sus líneas de investigación. La segunda, entre 1887 y 1903, le lleva a sus más espectáculares descubrimientos sobre las estructuras nerviosas, mediante el desarrollo del método Golgi o cromoargéntico para la impregnación del tejido nervioso. Cajal no olvida este método, pero en la tercera etapa (1903-1913) halla una nueva técnica de tinción, la del nitrato de plata reducido, ideada por el mismo, y que le permite ahondar en sus descubrimientos y pormenorizar en la fisiología neurocelular. En este periódo publica su libro más importante: "Histología del sistema nervioso del hombre y los vertebrados". El último tramo irá desde 1913 hasta su muerte, y comienza con dos importantes innovaciones técnicas: la invención de los métodos del nitrato de urano (1912) y del sublimado-oro (1913). Durante todos estos últimos años, Cajal no abandonará ni un instante el trabajo de laboratorio, ni las pertinentes discusiones científicas con los colegas, ni las publicaciones: un año antes de su muerte da a la luz un extenso y magistral estudio titulado "¿Neuronismo o reticularismo?" (1933), cuya versión en alemán deja preparada y será publicada ya tras su fallecimiento.
Es bien reconocido que en el campo de la morfologia nerviosa Cajal, por sí solo, ha producido más que todos los otros neurólogos juntos. Pero la importancia histórica de su obra radica no sólo en los hechos descubiertos, sino en su interpretación de los mismos, con la que coronó el desarrollo de la teoría de la morfología celular (enunciada por cuatro nombres principales: Scheleiden, Schwan, Virchow y Cajal), y con la que sentó las bases de la más actual neurofisiología.
La personalidad intelectual de Ramón y Cajal no fue, sin embargo, únicamente la del hombre de ciencia. Fue la del verdadero sabio. Es decir la de aquel que se cuestionan el sentido y alcance reales de las teorías que aprende o que descubre por sí mismo. Cajal, aficionado a la literatura y la filosofía, asombrado perceptor de los fenómenos del mundo, necesitado de una autoafirmación constante, preocupado desde siempre por el sentido humano del saber, ordena la meta de su ciencia en una serie de planos de creciente profundidad: en el terreno de los hechos científicos se sitúa dentro de los postulados del evolucionismo biológico. Más allá de ésto, vendría su concepción del saber científico como recurso para el gobierno intelectual y técnico del mundo, como "poderoso y universal instrumento de previsión y dominio". Aún más allá, la firme idea de que la ciencia, fiada la honestidad de quien la hace, es el camino más idóneo hacia la máxima dignidad del hombre. Y finalmente, la concepción casi sacral del conocimiento científico del mundo.
El día 10 de septiembre de 1999, Marcelino Iglesias, presidente del Gobierno de Aragón, inauguró el Centro de Interpretación Santiago Ramón y Cajal , en la casa que habitó el científico en su niñez, situada en el número 19 de la Calle Nueva de la Villa de Ayerbe, en la Hoya de Huesca.
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