
Los frentepopulistas cumplieron su amenaza y asesinaron al hijo de Moscardó, pero el Alcázar no se rindió. Durante 68 días, la fortaleza recibe un alud de fuego y metralla, más de 15.000 proyectiles de artillería, 500 bombas de avión y tres minas de formidable poder. El Frente Popular había anunciado repetidas veces la toma del Alcázar, pero la falsa noticia era desmentida por los hechos.
Decididos a terminar de una vez, se proyecta la explosión de una mina definitiva, a cuyo acto se invita a miembros del Gobierno tan caracterizados como Largo Caballero y La Pasionaria. Y la mina estalla, destruyendo lo que quedaba del recio edificio y los sitiadores se lanzan al asalto. Pero el Alcázar no se rinde. Como en el ya lejano episodio de Tifaurin, un avión sobrevuela a los héroes sitiados para enviarles un mensaje de Franco. La carta, que se conserva en el Museo del Ejército, dice así:
"Un abrazo de este Ejército a los bravos defensores del Alcázar. Nos acercamos a vosotros, vamos a socorreros, mientras resistir, para ello os llevaremos pequeños auxilios. Vencidas todas las dificultades, avanzan nuestras columnas doblegando resistencias ¡Viva España!, ¡Vivan los bravos defensores del Alcázar!"
Alguien había preguntado a Moscardó por qué mantenía una defensa imposible y el héroe había contestado que porque tenía fe en Franco. Esa fe, como la de tantos otros que antes y después supieron tenerla, se vio premiada con la liberación. El 28 de septiembre, al pisar los libertadores las ruinas inmortales, el defensor de la fortaleza dice escuetamente:
"Sin novedad en el Alcázar, mi General" como si nada hubiera pasado.
Un periodista extranjero escribe al contemplar estos hechos:
"Arrodillémonos ante estos hombres: son la dignidad del mundo.Ellos nos engrandecen con su heroísmo. Por ellos estamos seguros de que el alma humana es todavía capaz de infinita grandeza"
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